Vender tu disciplina artística en la calle no es una experiencia para todos; semáforos, banquetas y camiones, sin ninguna protección institucional, sin el cobijo de un festival que prepara a los transeúntes a aceptar esas convenciones, hablo de grandes despliegues de virtuosismo crudo medidos por un contexto completamente diferente al académico.
Aquellos que vean su obra como una herramienta de transformación social les digo: no existe un mejor terreno que este para probar su talento, para cautivar la atención del público, uno completamente ensimismado o, peor, temeroso.
¿Puede tu obra competir contra los cientos de estímulos de esta vibrante ciudad?
La experiencia es inigualable, eres tú con tu disciplina y nada más, sin luces, butacas, ni telones, no hay la división del "público", tu voluntad debe ser la suficiente para reclamar como propio ese espacio que es de todos, si no, la corriente de personas pasará por encima de lo que construyas.
La duda no tiene cabida, estar ensimismado durante la interpretación no existe, es peligroso, mi experiencia de artista en las calles de la ciudad más peligrosa del mundo me enseñó a ver directamente a los ojos de las personas mientras bailo, desafiando y compartiendo a la vez, siempre pendiente de tus alrededores pues no hay camerinos, si te sumerges en las sensaciones y no tienes gente que te ‘tire esquina’, ten por seguro que se robarán tus pertenencias o llegará algún policía a pedirte mordida, llevándose las ganancias de un día de trabajo; la calle cortará de tajo tu catarsis.
Según el director, dramaturgo y creador del teatro del oprimido, Augusto Boal, el espacio escénico es en realidad un espacio estético que sólo requiere la presencia y acuerdo entre actores y espectadores que dentro de un espacio físico más amplio determinan un espacio restringido como escenario.
Confirmo esta hipótesis con mis experiencias personales donde, al puro estilo del happening, alteras un ambiente con reglas muy obvias y que nadie dice, para imponer un nuevo sistema de lógica. El "público" siempre tendrá la libertad de pasar por encima de tu "escenario" y es ahí donde comienza la dicotomía entre la apatía y tu pasión.
¿Puede tu obra conmover al entumecido?
La disciplina artística en espacios de calle es una fuente de ingresos "informal" de varios de mis colegas artistas, desde mi experiencia personal, gracias a mi trabajo en la danza y a muy buenos amigos, se convirtió en mi sustento por un tiempo pero, más importante, en una de las experiencias de las que más he aprendido.
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